Morir en cuarentena
01 Mayo 2020
Desde el inicio de la pandemia se habló de que no sólo se debía proteger a quienes se contagiaban de Covid-19 sino, y sin restarle importancia, a quienes enfermaban por otras causas. Sin embargo, esto no se estaría cumpliendo y así lo denunció una familia que perdió a uno de sus miembros por la inacción y el abandono de OSECAC.
Siempre la muerte de un ser querido es dolorosa pero, en ocasiones como las que estamos padeciendo, el dolor es aún más profundo, ya sea por la distancia y por ese último abrazo que faltó.
En esta pandemia hemos visto como los médicos y enfermeros dan su vida por otros, pero lamentablemente no todos actúan de la misma forma y abandonan pacientes que podrían haberse salvado.
El lunes falleció Jorge Luis Rodríguez luego de varios días de síntomas compatibles con Covid-19. Su familia había llamado a los médicos el jueves 23, cuando presentaba dificultades para respirar, tos continua y presión en el pecho.
Al domicilio fue una médica de la Obra Social de Empleados de Comercio (OSECAC) llamada Nathalye Torrico, M.N. 162.493, quien no quiso revisar al paciente “por miedo a contagiarse de coronavirus” y pidió a la familia de Jorge que sea la que verificara sus signos vitales, su fiebre y su azúcar en sangre con los propios aparatos de medición de la familia, ya que según indicó ella no tenia material.
Finalmente, Torrico aseguró que los síntomas respiratorios “se asociaban al cuadro estomacal y a un posible cuadro de diabetes y le recetó quedarse en su domicilio haciendo reposo, siguiendo una dieta alimenticia, ingesta de líquidos y acatando la cuarentena obligatoria y no salir hasta terminada la misma, considerándolo paciente de alto riesgo con enfermedades pre existentes”.
Lamentablemente el Sr. Rodríguez no mejoró, por el contrario su salud fue empeorando y el lunes por la madrugada nuevamente llamaron al servicio de guardia solicitando la visita de un médico en carácter de urgencia, informando el agravamiento de los síntomas mencionados durante los días previos y esa misma jornada.
En esta ocasión quien concurre al domicilio cito en la ciudad de Buenos Aires, es el doctor Luis Miguel Ávila Merida, M.N. 173.879, quien revisó al paciente y tomó los signos vitales (auscultación), temperatura (36,8) y le informó a él y a su hijo Ariel Rodríguez, que presentaba un cuadro de neumonía, prescribiéndole amoxicilina, más ácido clavulánico 500 mg por 14 comprimidos y paracetamol 500mg. 10 comprimidos, cada 12 horas.
El médico les manifestó que el paciente saldría adelante en pocos días de haber ingerido los medicamentos ya mencionados y que, al no tener temperatura elevada, descartaba la posibilidad de Covid-19 dejando en claro a los presentes que lo que padecía no era más que un cuadro de neumonía.
Sin embargo, pasadas pocas horas del diagnóstico, el mediodía de ese mismo lunes 27 de abril, el paciente se levantó de su cama para ir al baño y perdió la vida en el instante.
La omisión de asistencia por parte del personal de salud de la obra social OSECAC le ocasionó al Sr. Rodríguez un concreto peligro para la salud que derivó en su posterior deceso.
La familia radicó una denuncia Penal por el abandono de persona que se configura cuando “se deja al paciente sin los RESORTES necesarios para mantener su vida o su integridad, en el caso en que no pudiera ser suministrado por ella misma”.
“No caben dudas de que el paciente fue privado de una chance como consecuencia de la mala praxis por el NO diagnóstico, en la medida en que hubiera tenido más oportunidad de evitar el DECESO si se hubieran adoptado las medidas médicas correspondientes”, quedó asentado en la presentación judicial.
Y en los fundamentos se expresó: “Sabemos que hay protocolos de evaluación sistemática integral que ambos galenos a todas luces no cumplieron, ni siquiera se acercaron a los mínimos requisitos que esa evaluación exige”.
Y se explicó: “La doctora Torrico Nathalye, M.N. 162.493 se focalizó en la diabetes, enfermedad preexistente, omitiendo tomar la presión arterial y temperatura del paciente, tampoco se le ocurrió obrar con diligencia y controlar los signos vitales, fue incapaz de realizar una rápida evaluación neurológica del paciente como así tampoco hizo una evaluación cardiorrespiratoria. Acciones básicas de un procedimiento médico. A la experta en la materia, la Dra. Torrico, no se le representó la posibilidad de que el Sr. Rodríguez, Jorge Luis no tuviera otra afección y que únicamente la causa del malestar del paciente era su enfermedad preexistente: Diabetes. La Doctora jamás imaginó que el paciente podía estar padeciendo una enfermedad respiratoria a pesar de haberlo observado. Asimismo, la facultativa omitió activar el protocolo. Ante la pandemia que estamos viviendo ni siquiera requirió jamás la consulta o presencia del SAME”. Toda esta sumatoria de inacciones, de inobservancias e impericias por parte de la Dra. Torrico y del no diagnóstico llevó al Sr. Rodríguez a su deceso”.
En el escrito presentado por el letrado de la familia también se advirtió sobre el accionar del Doctor Luis Miguel Ávila Mérida, quien diagnostica que “el Sr. Rodríguez padece de neumonía pero que no activar protocolo Covid-19 requiriendo la presencia del SAME o complementar su diagnóstico con una internación para realizar más estudios, como Rx. teniendo en cuenta que era un paciente de riesgo por su enfermedad insulino dependiente. Y teniendo en cuenta que todas las recomendaciones indican que un paciente con diagnóstico de neumonía requiere traslado para atención hospitalaria debiendo activar el protocolo en forma conjunta con el SAME”.
Este jueves la familia aún no pudo disponer del cuerpo de Jorge Luis, ya que está en la morgue judicial aguardando por una autopsia. Desde el cuerpo forense informaron que el hisopado por Covid-19 dio negativo, por lo que el dolor se intensifica ya que de haber sido atendido como correspondía por la Obra Social de Empleados de Comercio (OSECAC) el Sr. Rodríguez se podría estar recuperando.
La muerte duele siempre, pero cuando podría haberse evitado, sin dudas duele el doble.
Jorge Luis tenía tan solo 66 años y una vida por delante y le quitaron esa posibilidad. Sin embargo, hoy hay un peligro mucho más grave y es que estos dos médicos Nathalye Torrico M.N. 162.493 y Luis Miguel Ávila Mérida M.N. 173.879 siguen atendiendo en medio de esta pandemia y puede haber muchas más víctimas.